Paau.- Publicado 14 de marzo del 2018 Denunciar Publicado 14 de marzo del 2018 Lo malo de arder es que después del incendio solo quedan cenizas. Eso da dos opciones: puedes soplar sobre ellas encima de un precipicio a una hora que nadie conozca de un día que no exista en el calendario -porque así se olvida, sin darse cuenta, sin ser consciente; eso es el olvido: el desconocimiento-; o puedes levantar un muro de restos, rezarle cada noche a un jarrón lleno de recuerdos, consumirte como un cigarrillo en los labios de la prisa, atrapar tu vida en medio de una autopista que no espera a nadie. Si haces lo primero, si vuelas las cenizas, se deshará parte de tu piel, quizá un trozo de tu boca no vuelva a besar igual, es probable que notes cómo se enfrían esas partes de tu cuerpo que en aquel otro lugar fueron llamas y prometiste que nunca se apagarían, seguramente sientas que se cae por el abismo tu alma y vuelvas vacío a casa. Si haces lo segundo, si decides llenar tu reloj de pasado, verás cómo tu vida calcinada comienza a oler a casa abandonada, comprobarás que en tu pelo, donde antes ardió Roma, ahora mueren los pájaros, mirarás al cielo y desaprenderás a volar, no encontrarás diferencia alguna entre las estaciones -el verano en su pecho poco tiene que envidiar a un invierno sin ella-, tendrás ganas de morir de cansancio cada vez que combustiones y recuerdes y tu pecho será una tormenta que nunca termine de romper, como una rotura mal curada. Lo que quiero decir es que lo malo de los incendios, al igual que los entierros, es que solo pueden suceder una vez. Lo malo de los incendios es cuando sobrevives a ellos. maatibj y agux+ reaccionaron a esto 2
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