Ultimater ^^ Publicado 4 de abril del 2016 Denunciar Publicado 4 de abril del 2016 Leanlo es muy interesante, yo fui toda mi primaria a esta escuela y es muy diferente a una escuela publica. No aceptemos lo establecido sin preguntarnos antes por qué es así. No es cuestión de memorizar información, sino de pensar libremente", indica Juan Manuel Abre a sus 17 alumnos de quinto año con la Constitución abierta en el artículo 19. Los estudiantes lo miran sentados en ronda en un aula sin pupitres. En la escuela pública de gestión estatal Instituto Roberto Themis Speroni, de La Plata, tampoco hay guardapolvos blancos, ni notas, ni amonestaciones, ni cuadros de honor, ni personal de limpieza o de administración. Sólo hay alumnos y docentes, libros e instrumentos musicales. Fundamentos La idea de unión y comunidad recorre cada actividad en la escuela. Por eso no hay personal de maestranza y tanto los maestros como los chicos cocinan, limpian y ordenan. En contra de todo prejuicio, la disciplina, el orden y la limpieza imperan. Si bien no existen las amonestaciones, los maestros son contundentes: si deciden que un alumnos tiene que irse, no hay vuelta atrás. En el Speroni no se habla de repitencia, sino de respetar los tiempos de cada estudiante. Si alguno necesita permanecer más tiempo en la escuela no lo ven como algo negativo. Ituarte cuenta que hubo una gran cantidad de litigios para poder conservar las características particulares de la escuela. Uno de ellos fue por la falta de notas al momento de evaluar. Para "descomprimir" hubo épocas en las que tuvieron que hacerlo: les pusieron un 10 a todos los estudiantes. Aquí, un simple "aprobado" es lo más cercano a una nota."No las ponemos porque suponen un sistema estandarizado que muchas veces no indica nada. Cada día nos juntamos después de clases, hablamos de cada chico y los evaluamos de forma integral", señala Abre. Los docentes no trabajan con manuales ya establecidos, sino que preparan sus propios materiales para cada clase "explorando creativamente" el programa oficial. Los alumnos son conscientes de la particularidad de su escuela. Durante la clase de antropología, hablan como si se tratase de leyendas urbanas o relatos mitológicos sobre escuelas en las que los chicos son divididos según sus promedios en diferentes cursos, instituciones que son específicamente para repetidores y docentes que le pasan a sus pares informes confidenciales etiquetando a los alumnos como si fuesen "objetos". El recreo en el Speroni es a puertas abiertas. Entre los árboles del enorme jardín que rodea al edificio construido por el prestigioso arquitecto Vicente Krause, los chicos de guardapolvos de todos los colores juegan con pelotas, cantan en ronda o tocan la guitarra. Un grupo se acerca al fotógrafo de LA NACION para preguntarle por qué está en ese lugar sacándoles fotos. "¿Eso significa que nuestra escuela no es normal? ¿Qué somos anormales?", pregunta uno riéndose segundos antes de echarse a correr.
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