Única

Si tan solo mis labios esa noche hubieran podido contener las ganas de besar tu piel. Sin tan solo mis manos no hubieran acariciado hasta tus más profundos miedos. Si tan solo mi cabeza hubiera sido fuerte y aguantado la cruel tentación de tenerte a centímetros y no romper el silencio. Si tan solo un acto de valentía no hubiera logrado que me convierta en la mejor cobarde cuando se trata de perderte. Si tan solo me hubieras obstruido el pasó... hoy te tendría conmigo.
Mirarte era toda mi calma y mi alegría. Era como mirar a lo lejos la receta prohibida de la felicidad y no poder tenerla. Despertabas en mí, con solo un paso, un estado de alerta imponente y apoderante, capaz de destronar cualquier imperio con el objetivo de frenarte... de frenarnos. Que prohibida te veo, con tu corto pelo rojizo y tu mirada resonante. Yo no suelo amoldarme al entorno. Me guío por impulsos. Pero vos ya sabes todo esto y más, no hace falta que sepas que conmigo está prohibido prohibir. No tengo que darte explicaciones de nada porque nos conocemos de más. Entonces entro en duda y me cuesta discernir sí... ¿Es un bien conocernos tanto? ¿O tan solo es un mísero castigo que imposibilita amarnos?. 

Entonces te vi sentada en ese silla, tan quieta y mirándome como si nada entre nosotras hubiera pasado. Te vi sonreírme e intentar llamar mi atención a tus manos como soles hacer. Tenes unas manos delicadas y me encanta acariciarlas. Te vi revolotear los ojos, yo cerré los míos, sentí nuestro abrazo tal como si algo se prendiera a mi pecho. No te vi abrazarme, simplemente cerré los ojos y lo sentí. No era algo necesario de ver, con solo sentirlo entendí la mitad de mis controversias. Me separé rápido y abrí mis ojos ante vos... me notabas nerviosa y asombrada. Yo no podía estar de otra manera. Tu abrazo me congeló y seguimos mirándonos como si nada entre nosotras hubiera pasado. Fue raro, pero necesario.
Fueron unos 30 segundos que se hicieron horas y es que eso lo lograste muchísimas veces. Es que tu presencia y el honor de volver a mirarte se convierten en largos lapsos de tiempos, detallados, que explican la manera en la que te amé. 
Nos separamos y te miré, me quedé callada. No podía creer tenerte conmigo otra vez. Lo único que quería era volver a besarte y estrellarme contra la cama abrazándote y riendo como sí nada hubiera roto lo nuestro. Pero todo esto no es más que una mera fantasía que crea mi cabeza con tan solo haberte visto 30 minutos y ahí me doy cuenta, te das cuenta, de lo peligrosa que podes ser. Te paraste y me agarraste la mano, me llevaste a buscar mi regalo de cumpleaños. En el trayecto, no más de 2 minutos, te observé. Creías aparentar estar vestida con lo primero que encontraste, unas zapatillas de hace dos años y una blusa vieja. Pero te conozco y se que estuviste 1 semana pensando que ponerte. Está bien, lo acepto. Las personas queremos disfrazarnos de sujetos desconsiderados cuando en el fondo sufrimos por ser ultra detallistas. Vos tenes una manía que pocos entienden cuando se trata de ocultarte. No puedo parar un segundo de hablar con mi cabeza y procesar miles de cosas que tengo para hacer.
Me soltas la mano y me das el regalo. Creo que no necesitaba un regalo, vos sabes que mi mejor regalo es sentir la presencia de lo que amo... y a vos, no dejé de amarte nunca... solo aprendí a hacerlo en silencio. Me gustaría al menos susurrar que te amo, pero no quiero ni pensarlo, aunque mi corazón lo diga a gritos tengo que aceptar tu regalo en silencio. 
Encontré un tanto confusa la manera en que tu regalo me hacía sentir pensada. Pero no quiero pensar más, lo quiero abrir.




By: me